
Sobre su lecho de muerte, el rey de los Escitas reúne sus hijos, y tendiéndoles un haz de numerosas ramas, les pidió romperlo.
A pesar de su juventud, su vigor y su impaciencia, ninguno de sus hijos pudo hacerlo.
El viejo padre deshizo entonces el haz, y rompió él, las ramas, con una facilidad desconcertante.
Dice entonces a sus intrigados hijos:
"Mientras permanezcan unidos,
nadie podrá superarlos.
" Pero el día en que no sean ya solidarios entre sí,
será el principio de su caída."
Amig@, Este consejo vale, creo, para toda la empresa.
Pero vale más aún para cada uno de nosotros.
Ya es sabido que el hombre...