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jueves, 28 de enero de 2010

Disfrutas del regalo de dar?

la anciana campesina caminaba lentamente,
cargado con dificultad un atado de leña
para alimentar una hoguera en al que cocinaba.

un joven juez que en su tiempo libre paseaba por el campo
se encontró con ella y conmovido por la edad
y la condiciones en las que vivía la humilde mujer,
decidió buscar la manera de ayudarla

El rancho de la anciana era un pedazo de techo caído sobre una pared,
formando un espacio triangular, dentro del cual ella vivía

La señora hablaba en forma alegre y determinada,
le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja,
que tenía algunas gallinas y una vaca que le producían
lo indispensable.

No había tonos de queja ni de carencia
en la conversación de la anciana, todo lo contrario,
sus palabras estaban plenas de gratitud y esperanza.

Después de haber conversado un buen rato,
el juez le preguntó a la campesina:

-Disculpe señora, ¿hay alguna forma en la que la pueda ayudar?
¿Tal vez ropa, o medicinas?
Si en algo puedo colaborarle solo dígame y
con gusto haré lo que pueda.

La anciana guardó silencio por un momento,
y finalmente respondió:

-Muchas gracias, en realidad no necesito nada para mí,
pero sí para el viejito.

-¿El viejito?-, preguntó el juez.

-Sí -continuó la señora-, está muy enfermo,
está adentro en la casa, ya no se puede ni parar,
tiene muchos dolores,
me toca hacerle todo porque el pobre no puede ni moverse.

-¿Y qué tiene su esposo?- replicó el juez, sorprendido.

-No es mi esposo -respondió la anciana-,
es un viejito que encontré desamparado
y ¿cómo lo iba a dejar solito?
Por eso desde hace como dos años que lo estoy cuidando.

Amigo/a, Nadie es tan pobre que no pueda dar,
nadie es tan rico que no necesite recibir.
Por Carlos Devis

Atentamente,

Eloy Romero Laura
http://www.triunfaya.com
http://www.dejatuempleo.com
Skype: eloy_romero

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