Por Tomás Berriolo
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“Para atraer a gente atractiva, hay que ser atractivo.
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“Para atraer a gente atractiva, hay que ser atractivo.
Para atraer a gente capaz, hay que ser capaz.
Para atraer a gente poderosa, hay que ser poderoso.
Para atraer a gente quebrada, hay que estar quebrado
En lugar de intentar transformar a los demás, transfórmese Usted
y verá qué gente podrá atraer a su negocio” (Jim Rohn)
Clientes orientados hacia las relaciones
Hoy en día, los compradores son personas informadas…y escépticas. Hay leyes de protección al consumidor que las respaldan, como debe ser. Es probable que el cambio más grande que se ha dado en las dos últimas décadas, consista en que los compradores están mucho más orientados a las relaciones. Las personas quieren ser atendidas y asesoradas, no “despachadas”. Quieren comprarle a personas que conozcan, que les caigan bien y principalmente que le inspiren confianza.
Aquí es donde las redes entran en juego, pero de una forma distinta a la que Usted pueda imaginar. Quizá Usted piense: “Todas las personas de nuestra red de influencia social ya nos conocen, les caemos bien y nos tienen confianza; son nuestros compradores y nuestros futuras incorporaciones al negocio”.
¡No! Son solamente la punta de iceberg. Conforman un grupo dado que, mientras todo siga igual, continuarán comprándonos. Pero si nos quedamos sólo con eso, estaremos dejando que se pierda una gran cantidad de negocios potenciales.
Trato afable y conducta honrada
Recuerde que esas personas están en el centro de sus propias redes de influencia social individuales (ver artículo anterior). Ellas pueden ayudarle a ponerse en contacto con por lo menos otras 250 personas más. Y tenga en cuenta que esas 250 personas, conocen y tienen un círculo de influencia social sobre otras 250 personas cada una. Conociendo esto y sabiendo cómo sacar provecho de la situación ¿no cree que pueda convertirlas en toneladas de nuevos negocios?
Así es el entretejido de la red que conforma nuestra sociedad. Y no toda la gente advierte esta realidad social y el potencial que encierran el mantenimiento y formación constante de nuevos vínculos, las relaciones, la empatía, permanentemente potenciadas con nuevos vínculos y el mantenimiento de un prestigio personal basado en un trato afable y una conducta honrada.
La regla de oro
En igualdad de circunstancias, los individuos hacen negocios con las personas a quienes conocen, estiman y en quienes confían y, por lógica, son a quienes recomiendan a sus amistades para ese mismo fin.
Esta es una regla incuestionable, pero si vamos un poco más allá, también queremos que esas personas sientan el deseo de vernos alcanzar el éxito y se muestren dispuestas a ayudarnos para encontrar nuevos prospectos y nuevos negocios. En cierta forma, queremos que esas personas sean nuestros embajadores personales en acción, lo cual no es muy difícil de lograr, a condición de hacer lo siguiente:
1 - Cumplirles a carta cabal y no hacerles quedar mal por ningún motivo. Repito, por ningún motivo. Aquí no se justifica ninguna excusa, ningún pretexto, por válidos que parezcan.
2 - Mantener informados sobre nuestros éxitos a nuestros embajadores. Comentarles las reacciones positivas de las personas a quienes nos refirieron, ayudará a gratificarlos y a estimularlos para que sigan siendo nuestros mejores relacionistas.
3 - No basta con tan solo ser puntuales, veraces, con buena imagen, simpáticos…sino que además ¡hay que ser eficientes!
Por mucho que nos conozcan los demás, que nos aprecien y nos tengan confianza como personas, debemos cumplirles a carta cabal cuando ponen en nuestras manos la posibilidad de nuevos negocios o nos recomiendan con terceros. De no hacerlo así, corremos el riesgo de perder los negocios directos con ellos y también con las 250 personas de su esfera de influencia.
En igualdad de condiciones ¿a quién elije?
Un simple ejemplo: Si en su barrio hay una tintorería donde sus dueños son gente encantadora, que tratan de hacer un buen trabajo, pero no obstante las cosas no les salen bien, en lo personal son honestos e inspiran confianza…pero son ineficaces. Inspiran confianza, sí…pero Usted preferirá que hagan cualquier cosa menos limpiar sus trajes. Pasado un tiempo prudencial seguramente Usted dejará de lado sus sentimientos de simpatía, cuando se dé cuenta que ya no puede justificar su ineficiencia, y que tampoco podrá recomendarlas a sus amistades y miembros de su círculo de influencia.
Si hubieran hecho el trabajo al menos igual que sus competidores, Usted los seguiría recomendando porque su honradez y simpatía harán la diferencia. Pero como no lo hicieron, lo perdieron a Usted, a sus amistades, conocidos y su círculo de influencia (recuerde esas 250 personas…).
Una vez más, en igualdad de condiciones los individuos prefieren hacer negocios con personas a quienes conocen, confían, estiman y son eficientes. Y por supuesto, será a las personas que recomendarán a sus amistades con el mismo fin. Ya sea para comprar o para incorporarse a su negocio.
Publicado por Tomás Berriolo
Atentamente,
Eloy Romero Laura
http://www.triunfaya.com/
http://www.dejatuempleo.com/
Skype: eloy_romero
y verá qué gente podrá atraer a su negocio” (Jim Rohn)
Clientes orientados hacia las relaciones
Hoy en día, los compradores son personas informadas…y escépticas. Hay leyes de protección al consumidor que las respaldan, como debe ser. Es probable que el cambio más grande que se ha dado en las dos últimas décadas, consista en que los compradores están mucho más orientados a las relaciones. Las personas quieren ser atendidas y asesoradas, no “despachadas”. Quieren comprarle a personas que conozcan, que les caigan bien y principalmente que le inspiren confianza.
Aquí es donde las redes entran en juego, pero de una forma distinta a la que Usted pueda imaginar. Quizá Usted piense: “Todas las personas de nuestra red de influencia social ya nos conocen, les caemos bien y nos tienen confianza; son nuestros compradores y nuestros futuras incorporaciones al negocio”.
¡No! Son solamente la punta de iceberg. Conforman un grupo dado que, mientras todo siga igual, continuarán comprándonos. Pero si nos quedamos sólo con eso, estaremos dejando que se pierda una gran cantidad de negocios potenciales.
Trato afable y conducta honrada
Recuerde que esas personas están en el centro de sus propias redes de influencia social individuales (ver artículo anterior). Ellas pueden ayudarle a ponerse en contacto con por lo menos otras 250 personas más. Y tenga en cuenta que esas 250 personas, conocen y tienen un círculo de influencia social sobre otras 250 personas cada una. Conociendo esto y sabiendo cómo sacar provecho de la situación ¿no cree que pueda convertirlas en toneladas de nuevos negocios?
Así es el entretejido de la red que conforma nuestra sociedad. Y no toda la gente advierte esta realidad social y el potencial que encierran el mantenimiento y formación constante de nuevos vínculos, las relaciones, la empatía, permanentemente potenciadas con nuevos vínculos y el mantenimiento de un prestigio personal basado en un trato afable y una conducta honrada.
La regla de oro
En igualdad de circunstancias, los individuos hacen negocios con las personas a quienes conocen, estiman y en quienes confían y, por lógica, son a quienes recomiendan a sus amistades para ese mismo fin.
Esta es una regla incuestionable, pero si vamos un poco más allá, también queremos que esas personas sientan el deseo de vernos alcanzar el éxito y se muestren dispuestas a ayudarnos para encontrar nuevos prospectos y nuevos negocios. En cierta forma, queremos que esas personas sean nuestros embajadores personales en acción, lo cual no es muy difícil de lograr, a condición de hacer lo siguiente:
1 - Cumplirles a carta cabal y no hacerles quedar mal por ningún motivo. Repito, por ningún motivo. Aquí no se justifica ninguna excusa, ningún pretexto, por válidos que parezcan.
2 - Mantener informados sobre nuestros éxitos a nuestros embajadores. Comentarles las reacciones positivas de las personas a quienes nos refirieron, ayudará a gratificarlos y a estimularlos para que sigan siendo nuestros mejores relacionistas.
3 - No basta con tan solo ser puntuales, veraces, con buena imagen, simpáticos…sino que además ¡hay que ser eficientes!
Por mucho que nos conozcan los demás, que nos aprecien y nos tengan confianza como personas, debemos cumplirles a carta cabal cuando ponen en nuestras manos la posibilidad de nuevos negocios o nos recomiendan con terceros. De no hacerlo así, corremos el riesgo de perder los negocios directos con ellos y también con las 250 personas de su esfera de influencia.
En igualdad de condiciones ¿a quién elije?
Un simple ejemplo: Si en su barrio hay una tintorería donde sus dueños son gente encantadora, que tratan de hacer un buen trabajo, pero no obstante las cosas no les salen bien, en lo personal son honestos e inspiran confianza…pero son ineficaces. Inspiran confianza, sí…pero Usted preferirá que hagan cualquier cosa menos limpiar sus trajes. Pasado un tiempo prudencial seguramente Usted dejará de lado sus sentimientos de simpatía, cuando se dé cuenta que ya no puede justificar su ineficiencia, y que tampoco podrá recomendarlas a sus amistades y miembros de su círculo de influencia.
Si hubieran hecho el trabajo al menos igual que sus competidores, Usted los seguiría recomendando porque su honradez y simpatía harán la diferencia. Pero como no lo hicieron, lo perdieron a Usted, a sus amistades, conocidos y su círculo de influencia (recuerde esas 250 personas…).
Una vez más, en igualdad de condiciones los individuos prefieren hacer negocios con personas a quienes conocen, confían, estiman y son eficientes. Y por supuesto, será a las personas que recomendarán a sus amistades con el mismo fin. Ya sea para comprar o para incorporarse a su negocio.
Publicado por Tomás Berriolo
Atentamente,
Eloy Romero Laura
http://www.triunfaya.com/
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Skype: eloy_romero
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