Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

sábado, 27 de junio de 2009

A veces no valoramos lo que tenemos

Stephen Hawking, quien proviene de una
familia inglesa de Oxford sin mayores
recursos económicos, está paralizado de
pies a cabeza por una enfermedad
degenerativa que desde hace treinta años
ha ido acabando poco a poco su movilidad.

Sin posibilidades de hablar porque una
traqueotomía le dañó las cuerdas vocales, está
condenado irremediblemente a que lo bañen,
lo alimenten y lo vistan.

A pesar de esto, Hawking no se resignó a
vivir como un inválido. Se recuperó de una
profunda depresión y decidió estudiar física.

No solamente se doctoró, sino que dejó una
huella profunda en la ciencia.

Por encima de todo, cuando fue descubierta la
causa del deterioro de su salud, este hombre no
sólo estaba condenado a ser parapléjico, sino
que le fueron diagnosticados tres meses de vida,
los cuales superó con determinación y espíritu de
lucha, para convertirse en la columna vertebral de la
física cuántica, y de paso en el científico viviente
más reconocido.

A pesar de que únicamente puede mover los ojos y
escasamente los dedos de una de sus manos, ha
escrito varios libros. Sus publicaciones han vendido millones
de copias alrededor del mundo.

Actualmente tiene 60 años, es profesor, está casado
y viaja por el mundo dictando conferencias. Vive sentado
en una silla de ruedas, a la cual le ha sido integrado un
procesador de palabras con 2600 expresiones programadas,
de las cuales él escoge una presionando levemente un botón.

Paulatinamente va formando las frases, que luego pueden
transformarse en habla por medio de un sintetizador.

De esta dificultosa manera Hawking se comunica
y escribe sus libros.Lo maravilloso es que rodeado
de estas circustancias ni siquiera ha perdido el sentido
del humor.

Amig@, Stephen Hawking no se descalificó a sí mismo
por lo que no tenía y se enfocó en creer que su fuerza
y su capacidad de actuar eran los elementos de los que
él dependía. En vez de sentirse como una víctima y autocompadecerse, decidió que su voluntad y su poder
eran mayores que las circunstancias, por adversas e
insuperables que éstas parecieran.  

Por Carlos Devis

Atentamente,  

Eloy Romero Laura
http://www.dejatuempleo.com/
http://www.triunfaya.com/blog
Skype: eloy_romero

0 comentarios:

Publicar un comentario